La etapa que sigue al divorcio es muy difícil. Mantener las finanzas bajo control es clave.
Antes de divorciarse, Lisa Flowers solo tenía un trabajo. Ahora, como madre soltera de un niño de ocho años, necesita cuatro empleos para tratar de cubrir los gastos del mes.
En los últimos cinco años Lisa ha tenido que desempeñarse como gerente de una firma de abogados sin fines de lucro, instructora en un colegio local, asesora en manejo de redes sociales y como dueña de su propia agencia de relaciones públicas y mercadeo.
“Mi primer obstáculo fue que no estaba preparada financieramente para afrontar el divorcio y lo que eso representaba en términos de pagos de escuelas, niñeras, etc.”, dice Lisa, de 50 años.
“Recibo un monto pequeño como beneficio del Estado para la manutención de mi hijo, pero nada más”, explica.
Organizarse para generar ingresos, sin afectar su rol de madre, ha sido todo un desafío.
No hay duda de que ser la única fuente de ingresos es estresante, aunque es muy común.
En Estados Unidos, por ejemplo, cifras de KidsCount.org indican que un tercio de los