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miércoles, 20 de julio de 2011

Él quiere aumentar nuestra confianza‏


Como el granjero que siembra las semillas, Dios siempre trata de producir nuevo crecimiento en nosotros, y él hace todo posible para ayudarnos a llegar a ser tierra más rica para que nuestras vidas produzcan una cosecha abundante para su reino. ¿Pero tierra rica es tierra fertilizada, y tú sabes de qué está hecho el abono? ¡Ay qué tan malo huele!

Los abonos naturales que golpean los ventiladores típicos en nuestras vidas diarias pueden enriquecer nuestra tierra. Por ejemplo, cuando estamos tan ocupados que nosotros no tomamos suficiente tiempo para sentarnos calladamente con el Señor y orar, la vida se pone más difícil. Las cosas fallan. Los contratiempos chocan contra nosotros - o más bien debo decir, tropezamos nosotros con los contratiempos porque nosotros no ponemos atención a las direcciones de Dios. ¿Qué tan mal oliente tiene que llegar a ser la vida antes de que nos detengamos y escuchemos al Señor?

Cuando nosotros no tomamos el tiempo para escuchar humildemente; nuestros corazones endurecidos son como la tierra del camino, que ha sido apretada tan duro (generalmente de otras personas que nos pisotean) que las semillas yacen en la superficie como alimento para pájaros. La ayuda de Dios nunca tiene oportunidad de arraigarse en nosotros.

Cuando le pedimos ayuda a Dios, él no contesta nuestras oraciones como un genio mágico. Espera para ver cuánto estamos dispuestos a confiar en él. Él quiere aumentar nuestra confianza, y la única manera para que suceda esto, es que nosotros descubramos que confiar en él -a pesar de obstáculos y temores y deseos personales-, realmente produce resultados buenos. ¡Pero si nuestra fe es rocosa, nosotros pronto comenzamos a decir a Dios cómo debe resolver nuestros problemas, como si supiéramos mejor que él acerca de cuáles soluciones son mejores! Esta es la tierra rocosa en la que las semillas de fe brotan y después nuestra fe se marchita porque somos "achicharrados" por las dificultades de la vida.

A veces nosotros escuchamos lo que los demás nos dicen en vez de confiar en la voz interior del Espíritu Santo. Si lo que escuchamos en la oración no contradice la escritura y las enseñanzas de la Iglesia, nosotros debemos atrevernos a confiar en ello. Todos tenemos a consejeros bien-intencionados entre nuestros amigos y familiares que no han escuchado lo que el Señor nos dice; su consejo material mal informado, es como espinas que estrangulan la verdad. Nuestra tierra puede ser rica y fértil, pero si nosotros no confiamos en lo que Dios nos dice, las semillas que él nos dio no tendrán oportunidad de hacer algo bueno.

Todos tenemos experiencias de desierto. Pero por desolado que parezca, la ayuda de Dios estará fácilmente disponible y suficiente, en exactamente la porción que es correcta para nosotros en este momento. Sólo parece desolado (el desierto), cuando fallamos en seguir sus instrucciones o fallamos en recurrir a él y en confiar en él.

Para tener éxito como tierra rica que produce resultados buenos, beneficiados de la abundancia de Dios, nosotros tenemos que someternos a su arado, permitiéndole revolver desde bajo todo lo malo que nos sucede, para que esto se pudra o descomponga y se convierta en abono que nos alimente y refuerce espiritualmente.

De reflexionesparaelalma@gmail.com

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