Cuando los hijos crecen, Ya crecieron… ¿y ahora qué?

Medida. Uno de los puntos más importantes a tomar en consideración es la comunicación, ya que a través de ella pueden aclararse muchas dudas y reflexionar respecto al comportamiento. Como padres y madres que vivimos en un mundo que avanza a toda velocidad, nos encontramos con que nuestros hijos se han convertido en adolescentes, y que ahora nos hablan como si fueran adultos. Comienzan también a pedirnos cosas que antes no pedían, quieren ir a lugares sin nosotros, y nos preguntamos: “Y cuándo fue que sucedió esto?, ¿en qué momento dejaron de ser niños?”. Esto es lo que sucede cuando nos volvemos padres y madres de esos seres tan maravillosos llamados adolescentes. Es verdad que es una etapa que conlleva muchos cambios y retos para ellos, pero igual para nosotros como padres. Y esos cambios son los que a muchos progenitores les aterra. Ese comenzar a perder el control prácticamente total que tenemos sobre el tiempo y actividades de nuestros hijos, y, sobre todo, entender que a partir de ahora y por unos años más no somos el centro de sus vidas. Sus intereses y sus gustos comienzan a cambiar, y empezamos a convivir con personas en búsqueda de su propia identidad. Es importante que nos edifiquemos y que sepamos qué esperar en esta etapa, la cual, en su momento, también vivimos nosotros. Una de las recomendaciones que debemos tener presentes es no enseñarles las cosas comenzando con la famosa frase: “Cuando yo tenía tu edadÖ”, ya que muchos jóvenes inmediatamente escuchan estas primeras palabras tienden a rechazar las ideas o comentarios que vienen detrás, pues asumen que son tiempos diferentes y, sobre todo, personas diferentes, por lo cual, generalmente, por muy sabio que sea el consejo, lo rechazarán. Uno de los puntos más importantes a tomar en consideración es la comunicación. Sin embargo, a veces es errada la forma en que la usamos. Entendemos que dar sermones y consejos es la manera de comunicarnos adecuadamente, y lamentablemente no es así.  La comunicación debe venir desde la infancia y la niñez. No podemos pretender que nuestros hijos sean abiertos y nos tengan confianza a partir de la adolescencia. La debemos entablar y fortalecer desde muchos años atrás: desde que nacen.  A los adolescentes se les dificulta comunicarse. Muchas veces quieren, pero no pueden. Aprendamos de acuerdo con cada hijo, ver y captar cuál es la manera de este expresarse. No lo presionemos a hablar, ya que mientras más presión, más se pueden encerrar en sí mismos. Cuando acuden a nosotros y nos piden consejo o nuestra opinión, prestemos atención total a lo que nos dicen. Es saludable dejar de hacer por unos minutos lo que estamos haciendo para enfocarnos en ellos de manera plena.  Cuando les prestamos atención los hacemos sentir que son importantes para nosotros. Esto muy a propósito de esta época de la tecnología, que la mayoría de las personas está con un aparato electrónico en las manos todo el tiempo. http://www.listindiario.