"No puedo tener documentos si perdí todo", dijo arrodillado.
Patricio vive en el barrio Mourne Lazard de Petion Ville uno de los más afectados por el movimiento sísmico que azotó el martes por la tarde al empobrecido país. "Donde yo vivo se dividen entre los que estaban afuera de las casas (los vivos) y los que estaban dentro (los muertos)".
A él la ayuda humanitaria no le ha llegado. Recibió tres frascos de yogurt de una persona no identificada y en presencia de este reportero tuvo que cederlo a la masa de niños hambrientos que le pidieron comida. Sólo probó un sorbo y lo pasó adelante. Se quedó con una botella de agua potable. "He comido poco en dos días", dijo.
En Haití las necesidades no cesan y pese a que decenas de camiones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con cajas de alimentos fueron vistos recorriendo el interior del país, la demanda es un barril sin fondo.
"Se necesita mucho, mucho de todo", expresó Joseph Fednel, uno de los pocos haitianos en Petionville que no perdió familiares o cosas materiales y que con suerte sólo se llevó el peor susto de su vida. Ayer, el joven sirvió de traductor en inglés durante una visita al Parc Sainte Thérese, una de las decenas de canchas de fútbol que han sido utilizadas como centros de refugio para los miles de haitianos sin casas.
Es indignante que en medio de la situación por la que pasa nuestro hermano pueblo, alguien tenga el coraje de exigirle a otra persona documentos de identidad para trasladale a un lugar lugar donde puedan prestarle los servicios adecuados a su lesión. lo importante es la dignidad de las personas o si son documentados o no. la ayuda debe ser inexcluyente.
Al tercer día del terremoto escasea el combustible.
La clínica privada Unité Chirugical atendía ayer a decenas de pacientes que llegaban de distintos puntos de Petionville. Había casi una decena de médicos voluntarios pero solamente un doctor.
"Aquí hay un doctor, y mire cuántos pacientes", señalaba una residente de pediatría mientras apuntaba a la calle, donde estaban los heridos en camillas que recibían atención en una tienda de repuestos de vehículos, tirados en las aceras y en el piso de la clínica. "Nos hace falta antibióticos y analgésicos", dijo.
OMAR SANTANA
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