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miércoles, 4 de febrero de 2009

Comparsas tradicionales y populares - La tradición en un disfraz

Pequeñas Robalagallinas e indias desfilan en el inicio del carnaval del Distrito Nacional.
El carnaval es más que un bonito y colorido espectáculo. Es la expresión de procesos culturales, históricos y sociales y la coyuntura ideal que ha encontrado el pueblo para expresarse mediante disfraz, música y drama.

Las comparsas son la vía que ha tenido el pueblo dominicano de expresar en grupo la exaltación de los ancestros, la revalorización de la nacionalidad, las carencias, la crítica social, el llamado a la conciencia y otras motivaciones que sociólogos y carnavaleros citan como las que les han dado origen a las más tradicionales y populares.

"El carnaval es como un pasaje hacia la identidad de un pueblo, que expresa al mismo tiempo lo particular, lo local, lo nacional y lo universal", expresa el sociólogo Carlos Andújar.

A su juicio, eso explica el surgimiento de muchas comparsas que con el tiempo se enriquecieron y se convirtieron en tradicionales, como fue el caso de los Diablos Cojuelos, Los Tiznaos, Los Indios y Los Monos de Simonico.

"Pueden o no sufrir algunos cambios a través del tiempo, pero en esencia conservan una constante en su diseño. Su reiteración y aparición continua en el carnaval las hace parte intrínseca de éste", expresa Andújar.

También, como expresión legítima del pueblo, surgen las comparsas populares que, según Andújar, no son lo mismo que las tradicionales. Define a las primeras como aquellas "que poseen la creatividad de los sectores populares en su imaginario, decorado e inventiva".

Según explica, casi siempre estas comparsas expresan el humor y el ingenio del pueblo, retoman tradiciones como las peleas de gallos, pero también acogen otras manifestaciones de la cultura popular, como las fiestas del maní, y temas como los cadenuses, el traje de tapitas, el hombre de barro, los travestis, y personajes de la historia, la política y la sociedad.

"Muchas de estas participaciones se gestan en los barrios, con muy pocos recursos, pero con mucha creatividad, talento y originalidad, a cargo de personas del pueblo que entienden perfectamente el lenguaje del carnaval como espacio de libertad y jolgorio", expone Andújar.

A la vez, agrega el sociólogo, el carnaval es un reflejo bastante actualizado de lo cotidiano. "Cuando las Torres Gemelas fueron destruidas por al atentado del 11 de septiembre en el siguiente carnaval apareció este tema", refiere.

Aclara que la realidad social de los barrios marginados es expresada de manera distinta en las comparsas de los barrios tradicionales del carnaval, como Villa Francisco o San Carlos.

De igual forma, explica que los barrios emergentes en la capital y otras ciudades tienen una manera distinta de apropiarse del carnaval y que poseen posiblemente mayor libertad creativa para inventar motivos, pues están menos sujetos a cánones convencionales y tradicionales, aun respetando ciertas normativas.

Comparsas históricas y de protesta

El sociólogo Dagoberto Tejeda plantea en su libro Carnaval dominicano: antecedentes y perspectivas que el sentimiento de reafirmación de la dominicanidad hizo posible la aparición de comparsas como las de los indios.

Tejeda sostiene que esas comparsas "afianzaban la identidad reinterpretando la historia oficial en escenas de teatro callejero donde se recreaban el encuentro y las relaciones entre indígenas y españoles, pero desde el punto de vista de los primeros, no de los segundos, como era la tradición de la historia oficial".

Algo similar motivó la aparición de Los Tiznaos o Africanos. En algún momento el pueblo sintió la necesidad de reivindicar sus orígenes africanos, coinciden en señalar los autores consultados.

Las necesidades y la injusticia también han originado comparsas y personajes, pues como dice Tejeda "la permisividad del carnaval facilita la catarsis social".

Para demostrarlo, surgieron personajes como los Robalagallina, que robaban para paliar el hambre, y Califé, un poeta que critica personajes de la vida pública.

Más recientemente, sostiene Eddy Matos, director del carnaval del Distrito Nacional, el pueblo fue haciendo costumbre tomar el tema del momento y dramatizarlo mediante comparsas de denuncia y/o protesta, como las balas perdidas, el caso Quirino y las drogas.


De Vivian Jiménez

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