Joaquín Sabina estuvo como pez en el agua la noche de este miércoles durante su debut y estreno allí de su tour "Vinagre y Rosas", título de su más reciente disco con el que bautizó su más reciente apuesta escénica.
La Arena del Cibao acogió más de dos mil personas que le hicieron coro al poeta urbano. Un moderno escenario y un público que estuvo a su altura hicieron la diferencia de la entrega que éste protagonizó la noche del martes en un destartalado Palacio de los Deportes de Santo Domingo.
Aquí la historia fue otra, según contaron algunos que vieron al artistas español en la primera función que hizo en la Capital. El comentario fue refrendado por el propio artista al dirigirse a la audiencia luego de interpretar los primeros temas con los que se encargó de dominar a su antojo al público.
Era su primera vez en Santiago. Su primera vez la Arena del Cibao. Recordó que hacía tiempo, de regreso a Santo Domingo desde Puerto Plata, pasó por esta ciudad, pero no había actuado aquí. Se mostró complacido con la respuesta de los cómplices.
Abrió con un par de temas de "Vinagre y Rosas" y a partir de ahí, la noche se definió. Baco, el Dios del vino de la mitología griega se encargó de ponerle el color etílico a la noche, un aliado clave cuando se escucha a Sabina.
"Tiramisú de limón", "Aves de paso", "Peor para el sol", "Medias negras", "Llueve sobre mojado", "Una canción para Magdalena" y "Y sin embargo", "La del pirata cojo", entre otras, formaron parte del extenso repertorio del artista.
Sin parafernalia, Sabina y sus excelentes músicos mostraron que la calidad marca la diferencia. En las casi tres horas que permaneció en el escenario, el artista aprovechó momentos para bromear con Juan Luis Guerra y Víctor Víctor. Chistes subidos de tonos que provocaron la hilaridad en la audiencia.
Sus interpretaciones y el acompañamiento de su acoplada banda se escuchaban nítido. Independientemente de los recursos de secuenciación que usó como herramienta válida en estos tiempos, sus músicos y la corista "mataron".
No había forma de que el artista se bajara del escenario. Se despidió en dos ocasiones, pero tuvo que volver. Unos de sus músicos pidió un leve descanso para "el jefe", pero su figura, emergió desde la pata izquierda del escenario.
Vistiendo un frac con una combinación que rompe las reglas de la vestimenta, Sabina terminó entregando su bastón y sobrero al público que quedó más que complacido, evidenciando que no tiene motivos para una retirada. Su voz luce fuerte, su creatividad intacta y su desplazamiento en la escena asì lo indican.
De Severo Rivera
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