(EFE) --. Además de sus muchas calorías, que promueven el sobrepeso, y porque algunas aumentan el riesgo cardiovascular, hay otra razón para vigilar el consumo de grasas: es donde más se acumulan los contaminantes químicos presentes en los alimentos. Por eso, siempre conviene quitarlas antes de cocinarlos.
Confieren un sabor agradable a las comidas, son el vehículo de nutrientes clave para el organismo y son una de las principales fuentes de energía para el funcionamiento del cuerpo, aunque cuando se consumen en exceso o se someten a la cocción, pueden perjudicar la salud de diversas maneras.
Por ejemplo, el saludable y sabroso aceite de oliva, emblema de la dieta mediterránea y al que se le descubren cada vez más efectos saludables -inhibe el cáncer de mama y la osteoporosis, entre otras dolencias- comienza a deteriorarse y a liberar compuestos nocivos si se lo somete a temperaturas muy elevadas que lo ‘queman’ o se utiliza demasiadas veces para freír.
Un estudio español realizado por investigadores de la Universidad Rovira i Virgili (URV) de Tarragona y de la Universidad de Barcelona (UB) señala que cocinar los alimentos no elimina su contaminación química y recomienda quitarles la grasa -antes de hacerlos fritos, a la plancha, al horno o hervidos- para reducirla.
Esta recomendación es válida tanto si se trata de carnes rojas como de pescados, dado que allí es donde se acumulan mayoritariamente los contaminantes alimentarios, como el cadmio, el mercurio, el arsénico, el plomo, el hexaclorobenceno, los policlorobifenilos, las dioxinas y los furanos, así lo aseguran los investigadores de la URV y la UB.
Grasas: beneficiosas en su justa medida.
“Son esenciales para producir las hormonas sexuales, además de proteger y aislar órganos, ayudar a mantener la elasticidad de la piel y a regular la temperatura corporal”, dice el especialista.
“Todas las grasas son necesarias para el organismo, pero no todas tienen los mismos efectos. Las grasas saturadas, presentes en las carnes de mamíferos y aves, la leche y los productos lácteos enteros, así como en los aceites de palma ó coco, y en las margarinas, son las más nocivas para la salud, porque consumidas en exceso pueden aumentar el riesgo de padecer un infarto cardíaco o cerebral”, señala el doctor Gregorio Mariscal Bueno.
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