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martes, 18 de noviembre de 2008

Anemia?

Todo lo que debes saber sobre la anemia

Repasamos sus síntomas, su dignóstico y su tratamiento

Cuando la anemia es intensa, además de palidez, se presentan síntomas de cansancio, apatía, decaimiento y falta de apetito.

Sientes cansancio, falta de apetito, palpitaciones y frecuentes dolores de cabeza. Si estos síntomas se repiten a diario es muy probable que sufras anemia, una enfermedad que se presenta con una frecuencia diez veces más en las mujeres que en los hombres. Desde el punto de vista más técnico, nos encontramos ante una situación patológica de la sangre, en la cual existe una disminución en el número de los glóbulos rojos o hematíes y, como consecuencia, una disminución paralela de la hemoglobina. Así, la forma de detectar la anemia es realizándose un análisis de sangre. No obstante, en muchos casos, su presencia puede considerarse fisiológica, pues en la época de lactancia, el embarazo, la adolescencia o la vejez suele ser frecuente.

¿Por que se produce? La anemia suele ser casi siempre un síntoma secundario a un proceso patológico subyacente y, en general, es causa de otras enfermedades tales como trastornos metabólicos, infecciosos, tumorales, tóxicos o reumáticos. Los dos mecanismos por los que generalmente se produce son bien por una disminución en la producción de hematíes y de hemoglobina o bien por un aumento en la pérdida o destrucción de éstos.

  • Anemia Hemorrágica. Viene dada por una pérdida aguda o crónica de sangre.
  • Ferropénica. Escasez de hierro en los depósitos o en los alimentos.
  • Hemolítica. Se produce por destrucción excesiva.
  • Aplásica. La causa es la falta de producción de los elementos de la sangre.

    Sus síntomas son... El más evidente y constante es la palidez de la piel y las mucosas. Debemos tener en cuenta que en muchas ocasiones los síntomas de la anemia quedan enmascarados e incluidos en la enfermedad que la origina. Sin embargo, cuando la anemia es intensa, además de palidez, se presentan síntomas de cansancio, apatía, decaimiento, falta de apetito e, incluso, taquicardias. Los más comunes son: cansancio, fatiga, palpitaciones, dolor de cabeza, falta de apetito y trastornos intestinales.

    ¿Cómo se diagnostica? El diagnóstico clínico es siempre de sospecha. No todas las personas pálidas tienen anemia y solamente el análisis de sangre nos puede dar un diagnóstico objetivo de anemia. El hemograma, que nos indica la cantidad de hematíes y de hemoglobina existentes en la sangre, es el análisis que diagnostica el tipo de anemia. Cifras inferiores al 40% de hematocrito o inferiores a 12 gramos de hemoglobina son indicativas de anemia. En la mayoría de los casos, el médico realizará otras comprobaciones analíticas, como hierro sérico, ferritina, etc., para descubrir el origen de la enfermedad.

    ¿Qué debo comer? Tradicionalmente, se ha asociado la anemia a una alimentación escasa o inadecuada. Esto sólo sucede en las anemias ferropénicas, en las que los depósitos de hierro del organismo están vacíos y el hierro de la dieta es escaso o está compuesta por alimentos que contienen poco hierro. La carne roja, los alimentos de origen animal, el hígado, las legumbres, las lentejas en especial, las espinacas y los frutos secos son alimentos que contienen hierro en aceptables cantidades.

    Su tratamiento. Éste depende de la relación con la causa que la provoca. La utilización de hierro, vitamina B12 y ácido fólico es común en el manejo de las diferentes anemias. Una alimentación rica en hierro es también conveniente para reducir el tiempo de tratamiento. No hay que olvidar que éste suele ser prolongado, de dos a tres meses. Las trasfusiones de sangre para tratar las anemias deben evitarse y su aplicación dependerá de la gravedad del cuadro y de la causa que la produjo. Hay que tener en cuenta que siempre debe realizarse bajo la supervisión de un especialista en hematología.
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