Somos tan impacientes. Queremos saber AHORA que todo lo que nos preocupa resultará en algo bueno. Cualquier situación con la que estemos luchando,cualquier tarea que parece demasiado difícil, cualquier lobo que estamos enfrentando, asumimos que podríamos manejar mejor la situación si solo supiéramos el resultado y si solo pudiéramos ver que todo valdrá la pena.
Así que tratamos de imaginar el futuro. Pensamos que podemos adivinar con certeza lo que nos sucederá si permanecemos en nuestro curso presente de dificultades, y generalmente siempre predecimos el desastre. Si no seguimos a Jesús, probablemente sucede, pero si hacemos lo que el Señor pide de nosotros, en todo lo que llegue a complicarse, el problema más grande será de fabricación propia: Perdemos nuestra poca confianza.
Dios tiene un buen plan que nos beneficiará a nosotros y a todos los que forman parte de nuestro problema, y más sin embargo, nos preocupamos. Anulamos la oración que dice el sacerdote cuando dice "Padre Nuestro" durante la consagración de la Eucaristía: "líbranos de toda ansiedad".
De reflexionesparaelalma@gmail.com
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