Darle aroma a flores que no tienen, hacer más suave o más dulce su fragancia, o modificarla por completo serán alternativas disponibles para quienes se dedican a la floricultura, dijeron el 9 de febrero de 2010 científicos estadounidenses.
Un equipo de científicos del Instituto de Alimentos y Ciencias Agrícolas de la Universidad de Florida (UF) descubrió los genes de la compleja mixtura de químicos que definen la fragancia de una flor, y abrieron así nuevos caminos para "cambiar" o "tonificar" los compuestos de aroma y producir esencias deseadas.
"Durante mucho tiempo los cultivadores se enfocaron especialmente en el aspecto de la flor, su tamaño, su color y cuanto tiempo dura florecida, pero la fragancia se dejó olvidada", senalo David Clark, profesor de horticultura ambiental en la UF.
En el futuro esto podría cambiar y alguien podría elegir entre una variedad de aromas, o incluso una sin fragancia, de la misma flor, dijeron los investigadores.
Por más de diez años, Clark y otros investigadores analizaron este fenómeno a través de los genes de 8.000 petunias, y llegaron a algunas conclusiones asombrosas como que el gen que da la fragancia distintiva del aceite de rosa es el mismo que da buen sabor a los tomates.
Por manipulación de ese gen, investigadores de la UF lograron generar tomates con mayor sabor, y actualmente se disponen a preparar su comercialización, al igual que las rosas con mejores fragancias.
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